Como ya expliqué en mi anterior entrada, realicé una Summer University en Polonia con distintos estudiantes europeos. Eran un total de 35 participantes, entre los que había al menos 9 nacionalidades (a los que había que unir otros tantos organizadores polacos, por lo que la cifra superaba con creces los 50). Era por lo tanto el escenario ideal para mostrar y promocionar Segovia.

Resumiendo, pude hacer un montón de amigos en varios países a los que seguro iré a visitar después de mi Erasmus. Pero no solo yo les visitaré. Después de hablarles de Segovia muchos se interesaron por mi ciudad y los veremos por aquí pronto.

Una de las noches organizamos una European Night, la cual consistía básicamente en un circuito por la gastronomía de nuestros lugares de procedencia. Allí pude probar comidas y bebidas muy dispares, desde el clásico limoncello italiano hasta los dulces stroopwafels holandeses. Pero no estaba allí únicamente para comer y beber cosas nuevas, también debía mostrar alguno de nuestros atractivos culinarios.

Como llevar y cocinar un cochinillo segoviano hasta Polonia se antojaba complicado, me limité a explicarles las bondades de nuestro plato estrella y les afirmé que si querían probar el mejor cochinillo del mundo debían venir a nuestra ciudad. Aún así llevé algún producto de la tierra. Antes de coger mi avión compré en una tienda especializada del centro un poco de jamón serrano. También llevé una botella de vino tinto de la bodega Pérez Veros, un Ribera de Duero de Segovia que era la primera vez que lo tomaba y que nos encantó a todos. La combinación jamón y vino tinto resultó ser un acierto también fuera de España. Además, también preparamos sangría, lo que unido a otros productos que trajeron el resto de españoles hizo de la mesa española la mejor y más popular de la noche.

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Fue bastante interesante porque yo también pude degustar comidas y bebidas de otros países que jamás habría podido probar sin visitar esos lugares.

Como ya expliqué en mi anterior entrada pasamos unos días de altura en los Montes Pieninos. Un día que estábamos disfrutando de una noble tradición española, la siesta, pensé que era el mejor momento para enseñar más a fondo Segovia.

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Primero les expliqué dónde estaba geográficamente, ya que la gran mayoría no lo sabía. Marcando como referencia Madrid, no fue muy complicado situarlos. Después, les hablé un poco de la importancia histórica de la región. Y por fin, saqué la artillería pesada, nuestro patrimonio. Apoyado por los folletos y planos de Turismo de Segovia, les mostré el colosal Acueducto, la admirable Catedral o el majestuoso Alcázar entre otros. La mayoría quedaron deslumbrados porque no conocían nada acerca de Segovia.

Tengo bastante claro que veremos pronto por nuestra ciudad a muchos de ellos.